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Fútbol

14-03-2014

EN EL BOSQUE PARA SIEMPRE

El clásico moviliza, tensiona, alerta. Pero no debe salir del folclore cotidiano. El lunes se hablará del partido, pero nada nos debe alimentar el odio.

Los clásicos son necesarios en el verde platense, con la imperiosa necesidad del público visitante, sin violencia fogoneada por la policía y con folclore que no supere la agresión.

Más allá de la nefasta racha para el Lobo, el Estadio de 25 y 32 ha dado una idea de ir hacia lo ajeno, de visitar un lugar remoto donde dos clubes confluyen por 90 minutos y se van. No hay espacios de encuentro, no hay lugares de identificación y ni siquiera uno se puede agarrar del alambrado para mirar el partido. La comodidad reemplaza a la historia, la olvida.

Encima, en el Bosque hace casi 20 años que Gimnasia no pierde un clásico. Pasaron entre otros el recordado triunfo sobre la hora con gol del “antifaz” de Sava por 3 a 2, el 3 a 1 con goles de Choy y Turienzo, el 3 a 0 de un miércoles por la tarde con un gol de Messera, el 4 a 1 con un gol de Vargas y el último triunfo 3 a 1 con el gol de Cuevas sobre la hora.

Las tradiciones vuelven, las costumbres se resignifican. ¿Cuántas semillitas o cigarrillos se consumen por partido? ¿Alguien almuerza con ganas el domingo al mediodía? La vieja nos obliga a terminar el plato y no nos quiere creer el argumento de esa sensación linda en el estómago de la adrenalina por venir. Porque el clásico atraviesa a la familia, dividida en colores pero unida por los nervios. Nadie quiere perder, nadie quiere volver al laburo o al estudio el lunes ante una derrota.

Ahora bien, no hay nada más vacío que no poder ir, de perderse el evento cultural más importante para la ciudad. Tu hermano, tu prima o tu vieja quizás sean colorados, y lo mirarán por TV. Fundamentarán la discusión posterior por cámaras editadas, por imágenes manipuladas. No podrán ver los contactos, los movimientos afuera del recorte, las emociones en vilo ni los encuentros con el otro.

Es que el sistema organizativo eligió reducir las desigualdades sociales a la eliminación del público visitante. Como si sacarlos soluciona el problema. Porque algún día habrá más policías que hinchas en un Estadio y la metáfora se hará realidad. ¿Es utópico pensar en un movimiento que trascienda los clubes para exigir la vuelta de los visitantes?

El clásico moviliza, tensiona, alerta. Pero no debe salir del folclore cotidiano. Un resultado no debe cambiar la cotidianeidad. ¿Cuántos noviazgos hay entre triperos y pinchas? ¿Cuántos amigos tenemos del otro club? El lunes se hablará del partido, pero nada nos debe alimentar el odio. Si al fin y al cabo siempre festejamos pertenecernos, juntarnos, encontrarnos, como pasó el domingo de carnaval en los jardines del Estadio. Lo material es vulgaridad.


Santiago Giorello

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