Gimnasia cayó por goleada ante Vélez pero el resultado, tan abultado, terminó siendo mentiroso en relación con lo que se vio. OPINIÓN
La alarma no tiene que ser tan grande: con Vélez, en la previa, en los papeles, era un partido perdible. El partido más perdible y fulero que asomaba en el fixture al comienzo de la temporada.
Si hace unas semanas se le apuntaba a Troglio por la flaqueza del planteo en el clásico, esta vez el DT sale ileso. ¿Por qué? Porque Gimnasia jugó a lo que tenía que jugar. En la parada más brava que ofrece el fútbol mediocre de estos tiempos, el Lobo supo poner contra las cuerdas a un contrincante de alta gama. Vélez, en su casa, con sus figuras de gran nivel, con toda la gente a su favor, la pasó mal y estuvo al borde del knockout. Pero acaso por esas cosas que tiene el fútbol y que a menudo resultan inexplicables, Gimnasia pagó demasiado caro la falta de definición.
El resultado es excesivamente mentiroso. El 1-5 no se condice bajo ningún punto de vista con lo que se vio en el campo de juego. No hubo esa diferencia en ningún plano del partido. Y Gimnasia lo pierde porque paga el doble lo que adeuda.
Párrafo aparte para Gastón Díaz. El volante criterioso que se ganó un lugar indiscutido en el once titular, cometió un acto de irresponsabilidad enorme: se hizo echar en el momento menos oportuno y capituló cualquier mínima chance de volver de Liniers con un resultado positivo. Con uno menos y el resultado en contra, las chances triperas se evaporaron en menos de lo que dura un pestañeo.
Quedará para repasar varios ítems que le valieron a Gimnasia una derrota tan abundante como incomprensible: primero, no se puede fallar tanto de cara al arco rival. Segundo, el empate de Pratto se lo come Monetti, no hay dudas. Después, en el segundo gol de los locales, el Lobo marca como una defensa incipiente y amateur. Luego, el penal de Blengio es tan alevoso como infantil e imperdonable. No hay excusas: semejantes errores, Vélez no acostumbra a dejar pasar por alto. Y así le fue a los de Troglio, que de un momento a otro pasaron de lo que pudo haber sido un batacazo floreciente a sufrir un vapuleo gigantesco
Habrá que aferrarse a lo bueno que dejó una goleada en contra tan abultada y falaz. Y lo bueno es que Gimnasia gestó maniobras propias de su identidad. El Lobo se reencontró con el espíritu que lo caracteriza y que lo ha situado en un lugar importante en el fútbol de hoy. Gimnasia volvió a ser el equipo inteligente que todos extrañaban. Le faltó atender un poco más la cuestión. Eso se corrige y todavía queda tiempo para revanchas. Que no cunda el pánico, que revanchas habrá muchas: la primera se llama Tigre.