En un fútbol tan parejo, tan enloquecido y a veces tan desordenado, las sorpresas cada vez guardan menos impacto. A un tiempo considerable para el final, el Lobo de Pedro se metió en la discusión de los primeros puestos y, aunque todo parezca una locura, existe una realidad objetiva: tras ganarle a Olimpo Gimnasia quedó a tres puntos del liderar el certamen. EDITORIAL DE LA REVISTA 168
De buenas a primeras y con todas sus complejidades, ganó dos partidos consecutivos (Tigre y Olimpo) y se paró en la cancha de otra manera. Rápidamente se olvidó la derrota con Vélez y volvieron a renacer aquellos tres puntos importantes en el Bosque frente a San Lorenzo. Es así que la realidad vuelve a dar muestras de su intermitencia y también de las posibilidades que abre el simple hecho de lograr regularidad y eficacia.
El Lobo no es un espectáculo, pero juega mejor. Con el correr de los partidos, pese a sus altibajos, está encontrando maneras pausadas, inteligentes y más claras para ser ofensivo. El equipo de Pedro ya no es una máquina que explota motores en el primer tiempo y sufre los complementos, sino que regula y explora todas las facetas que los partidos le ofrecen. Cuando muestra eficacia, las cosas salen bien y dice presente.
Más allá de las ilusiones y ambiciones innegables en el corazón del triperío, hay una meta que respetar: seguir en la máxima categoría del fútbol argentino. Pero, como todo sigue siendo un enorme interrogante, como todos ganan y pierden de manera inentendible, el panorama abre ilusiones imprevistas. Gimnasia está a tres puntos del puntero, San Lorenzo, pero se encuentra en la octava posición. Parejo. Muy parejo.
De manera obligada, Troglio fue encontrando un equipo que sabe lo que quiere. El uruguayo Fernández aporta claridad al juego ofensivo, la llegada de Contreras termina siendo una grata sorpresa, y los aportes de Meza y Nacho empiezan a consolidarse luego de sus lesiones. Con ellos quedan los bastiones de siempre, equilibrados y rendidores. Con este esquema, las cosas empiezan a funcionar de otro modo. Un método que permite acercarse al objetivo de la permanencia y, al mismo tiempo, jugar cerca de las alturas.
No sabemos si el Lobo está para más, pero después de mucho tiempo volvió a tirar sobre el campo esa formula de juventud y experiencia que tanto le rindió siempre. Y así, en silencio, en este fútbol poco vistoso y renegado, golpea despacio la puerta de su destino.
Hoy Gimnasia está a dos partidos de lograr la misión prevista por el cuerpo técnico y, quizás, puede sembrar en esta misma tierra la posibilidad de un sueño. Imaginar algo que permanece cerca, pero todavía está lejos. Algo que aparece y tampoco es imposible. Habrá que esperar. La lección más grande para todos es que no ganan los mejores, sino los más regulares.
