A pocas horas del clásico por Copa Sudamericana que determinará quién se queda con la llave para acceder a la ronda siguiente, el periodista tripero Gabriel Fernández analiza las posibles variantes que se verán en el campo de juego, el presente de Gimnasia y esgrime opinión sobre cómo hay que jugar el partido más mimportante del año.
Por Gabriel Fernández *
Para ser sinceros: tras la gran campaña del torneo anterior, el triperío encaró esta versión felizmente llamada Ramón Carrillo con mucha expectativa, y bastante optimismo. Y sobre todo, con el anhelo fundado de llegar a las instancias finales de la Copa Sudamericana, previa erradicación del clásico rival.
Gimnasia, recuerdan, ya había transitado por este campeonato internacional. Lo había hecho bastante bien, dadas las circunstancias, y padecido ciertas injusticias arbitrales. Ahora, el impulso previo no estaba nada mal, y así se afrontó –ante una multitud convocada un miércoles a las 14 horas- el primer compromiso. Salimos del hermoso estadio del Bosque preocupados. Un Vegetti que, además de ser el único delantero franco plantado por Pedro, jugó retrasado, y un bulto de jugadores en el medio para evitar la evolución del rival (se consiguió) configuraron un mensaje timorato que no convenció.
De allí surgieron algunas interpretaciones injustas para con varios equipistas albiazules: las críticas no observaron que la ausencia de espacios impidió crear y por tanto provocar situaciones de gol. Tres casos: la dupla Fernández está baja, cierto, pero la cortedad del espacio de juego –diez metros apenas- damnifica toda maniobra. Y aunque resulte innecesario, quiero decirlo: descubrir ahora que el sacrificado y pujante Oreja no es dúctil como Maradona, es una tontería que podríamos evitar.
Ahora bien, el querido Pedro –a quien seguimos bancando a fondo más allá de esta polémica- logró que Edelap no convirtiera de visitante. Esto es, hay un mundo por disputar en este nuevo clásico y toda arremetida tripera hará temblar las posibilidades locales amenazando duplicar la efectividad. Tenemos esta sensación: la diferencia radicará en la confianza de los creadores.
De la línea media hacia delante, Gimnasia deberá contar con gestores de juego seguros, con entrega limpia y precisa, y mucha concentración para evitar que factores emocionales enturbien ese lugar del terreno. La marca será férrea, pero los ojos abiertos y la cabeza levantada resultarán determinantes.
Poco debate con el juez, escasas protestas irrelevantes, y mucha determinación a la hora de quebrar el interlineado que propondrá el equipo de Pelegrino. ¿Qué estamos diciendo? Demasiado en pocos párrafos, preste atención lector: que Gimnasia no tendrá la ansiada ocasión de jugar siempre de contra aunque puede haber dos o tres salidas rápidas y –ojalá- efectivas. Que aunque tenemos problemas en la definición, esta llegará si alcanzamos combinaciones certeras en tres cuartos ofensivos. He ahí lo básico. Del resto, ni hablar. Al igual que en cualquier cotejo debemos decir que un funcionamiento sólido en el fondo será decisivo. Y que contar con un arquero como Monetti es una ventaja. De los eventuales desprendimientos, sólo cabe aspirar que nuestro curioso “10”, Licht, clarifique. Los demás, firmes abajo que cualquier descuido puede ser letal.
En suma, las perspectivas son difíciles pero no imposibles. Aunque resulte extraño, en las dos derrotas que tuvo el Lobo durante el torneo están las enseñanzas: el primer tiempo ante Central, el segundo ante Rafaela. Ahí hubo juego, aunque algunos pataleen. Y si se juega bien, dentro del esquema de cada equipo, se termina ganando. Puede ser ahora, cuando más lo necesitamos.
*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Gráfica.
