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Fútbol

04-09-2015

EL QUE NO LLORA NO MAMA

Gimnasia la pasa mal con pésimos arbitrajes que lo terminan perjudicando de un modo u otro. Es hora de marcar territorio y esgrimir las quejas correspondientes. Trabajo de la dirigencia.




Fernando Echenique se salió con la suya. La noche del Nuevo Gasómetro, semanas atrás, emergía apacible para ver fútbol. Y Gimnasia y San Lorenzo se sacaron chispas en un rectángulo verde ideal para la ocasión: partido de ida y vuelta, juego al ras del suelo, táctica, llegadas peligrosas de un lado y también del otro. Estaba para cualquiera. Si Echenique no inclinaba la balanza, estaba para cualquiera.

El Lobo fue víctima de un arbitraje burdo que no toleró réplica alguna. Troglio eligió la contundencia a la hora de declarar: “Luchamos con una cuchara”. Simple y conciso y verdadero. Gimnasia es un equipo sin peso que a menudo sale perjudicado sutil o torpemente, da igual. Y Echenique eligió las dos variables: desniveló la cancha a favor del Ciclón a través de pequeños fallos, casi imperceptibles, y también mostró la hilacha en jugadas rimbombantes: tres penales groseros no cobrados, uno de los cuales ameritaba roja directa a Ortigoza, que le había conectado un cross fulero a Maximiliano Meza.

¿Hasta dónde debiera llegar la pasividad de los equipos perjudicados? Gimnasia no iba a tolerar semejante injusticia. Barsottini fue el más efusivo en la protesta grupal tras el pitazo final y como resultado ligó una sanción casi insólita que lo marginó del partido ante Argentinos Juniors. Y Troglio, esta vez, optó por la ironía: “Me disculpo con Echenique. No eran tres sino cuatro los penales no cobrados”, disparó en aquel entonces vía Twitter.

Parece que nadie evaluó la tarea funesta de este funesto árbitro, que mantuvo su postura en relación a los fallos incluso después de haber visto las repeticiones. Echenique, como premio, fue designado para dirigir Lanús-Estudiantes días más tarde.

Semanas después, el Bosque fue epicentro de más injusticias en desmedro del de siempre: Gimnasia. Esta vez Ceballos (que expulsó bien a Benítez y Coronel) se olvidó de sacarle la segunda amarilla a Tobio en un momento clave del partido. A juzgar por la vara que venía teniendo el árbitro y por el roce constante del encuentro, el defensor xeneize debió haberse ido expulsado. A eso hay que añadirle la constante inclinación que ejerció Ceballos a favor de los de Arruabarrena a lo largo de todo el cotejo en las pelotas divididas.

Lo de la Copa Argentina rebalsó el vaso. El desastroso Argañaraz señaló el punto penal cuando Navarro llegó antes que Caraglio a la pelota. Por lógica, hubo choque. Fue una jugada rápida. Pero allí entra en juegos saber quién llega antes a conectar el balón. Y la imagen no deja lugar a dudas: no hay penal porque el arquero tripero despeja antes de que el delantero de Vélez pueda puntear la pelota. Jugada similar, a menor escala, que aquella recordada en la final del Mundial 2014, cuando Higuaín se llevó puesto al arquero alemán Never, que había llegado antes a disputar el esférico.

Pero Gimnasia pelea con una cuchara y por eso ahora está afuera de la Copa Argentina. Todo es igual, nada es mejor. Consecuencias de un fútbol en declive, donde los resultados se dirimen en la cancha, en los escritorios y en la acción impune e incapaz de los árbitros.

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