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Fútbol

15-03-2016

QUE SEA UN HASTA LUEGO

Después de cuatro años y medio al mando del equipo, Pedro Troglio fue echado por la dirigencia de Gimnasia. Acá, un repaso del segundo ciclo del entrenador en el Lobo, con los matices que llevaron a su despido. Su llegada, el ascenso, su relación desgastada con la CD y las causas que derivaron en una decisión polémica de Daniel Onofrí y compañía.

Las papas prendidas fuego. El Lobo pisaba la zona baja de la tabla de los promedios de la B Nacional. Osvaldo Ingrao había pegado el portazo en Córdoba después de un inicio calamitoso en la segunda categoría. El por entonces presidente tripero, Héctor Delmar, dio justo en la tecla casi un año antes de bajarse del barco y aducir que no iba a permitir un golpe de Estado en el Club: levantó el tubo y telefoneó al único entrenador que tenía la suficiente nobleza como para tomar un fierro tan caliente.

El 9 de octubre del 2011 Pedro Troglio se reencontró con su gente en 60 y 118. Aquella tarde, el punto de partida fue con triunfo sobre Gimnasia y Esgrima de Jujuy: 1 a 0 con gol de Gonzalo Vargas.

Todo lo que vino después fue esperanza e ilusión. Esperanza e ilusión que hallaban fiel justificación en buenos resultados y en la conformación de un equipo sólido y con identidad fuerte. Gimnasia se sacó de encima el miedo a no poder y sacó pecho de equipo grande en la B Nacional. El ascenso se postergó porque faltaba ajustar algunas tuercas. Y eso se logró en la temporada 2012/2013, cuando la base se consolidó en un once que salía de memoria: Monetti; Oreja, Barsottini, Blengio, Licht; Pouso, Mussis, Nacho Fernández, García; Pereyra y Niell. En ese tiempo hubo renovación de contrato en la Sede, con flashes por doquier, sonrisas de aquí y allá y fuertes apretones de mano. Y Troglio lanzó su sentencia: “Soy el tipo más feliz del mundo porque estoy donde quiero estar”.

Después del ascenso en Córdoba y la algarabía desmedida, vino lo mejor: Gimnasia volvió a pelear un campeonato hasta el final y volvió al plano internacional. Como en el 2005, todo mérito de un DT perspicaz, amigo íntimo del “me arreglo con lo que tengo” y entusiasta de la táctica. Un tipo incondicional cuyas facultades nunca estuvieron –ni estarán– en duda.

Pero la relación Pedro-CD empezó a cortocircuitar por urgencias económicas: pilares vendidos, refuerzos de segunda línea. Niell, out. Gastón Díaz, out. Pereyra, out. Monetti, out. Mussis, out. Navarro, out. Nacho, out. Las firmas siguieron con un importante caudal de bajas considerables. La salida del Yagui Fernández casi rebalsa el vaso. Y Pedro aguantó y siguió defendiendo a Gimnasia a capa y espada, poniendo la cara como principal referente y figura de peso ante embestidas arbitrales y mediáticas.

La deuda pendiente fueron los clásicos. Troglio nunca le encontró la vuelta a esa materia esencial. Mucha gente dijo basta y Pedro retrucó en forma fallida y habló de hinchas genuinos. Y también sobrepasó límites cuando descargó munición gruesa contra algunos plateístas, una tarde de Bosque después de que Nacho Fernández le diera un triunfo agónico a Gimnasia sobre Nueva Chicago. Acaso la falta de autocrítica y no aceptar la legitimidad de hinchas con opiniones contrarias a las suyas, fueron errores fatales. Y el periodismo también fue parte del juego: desplantes en conferencias de prensa, encontronazos varios, críticas a las que el DT les quitó asidero y opiniones divididas.

El horno recibió su último bollo en el verano. Pero el bochorno de Mar del Plata, que amagaba con consecuencias trágicas, derivó en el surgimiento promisorio de futbolistas relegados y juveniles que, hasta el momento, habían permanecido en las gateras. Los detractores lanzaron la consigna: de no haber sido por las sanciones, Troglio jamás habría promovido a los pibes. Del otro lado: un técnico idóneo que saca jugo de las piedras.

Poco después, en vísperas de elecciones y con un clima caldeado por una vergonzante derrota en el clásico, Onofri ejecutó la jugada que, meses atrás, cuando firmó la renovación contractual con el DT, había dado a entender que jamás haría: con elocuencia pura y sin eufemismos, el presidente de Gimnasia abrió el paraguas y escupió el veredicto final resuelto en mesa chica: “Hasta acá llegamos, esto no da para más”. Troglio, chivo expiatorio del asunto, acusó recibo y de inmediato se despidió del pueblo tripero a través de su cuenta de Twitter, en un tono triste y embroncado.

1618 días. Eso duró el segundo ciclo de Pedro Antonio Troglio en Gimnasia. A su paso dejó 174 partidos dirigidos, 74 ganados, 52 perdidos y 48 empatados. Efectividad del 52%. Con su nombre encolumnado en las primeras filas de la historia tripera, Pedro dijo adiós por segunda vez. Quién sabe cuándo, pero algún día tendrá su regreso triunfal al club que ama con locura.


Agustín Colianni

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