El defensor Rubén Maldonado redondeó una buena actuación frente a Huracán, aunque evidenció falta de fútbol.
Quedaba uno por analizar y es Rubén Darío Maldonado Brizuela. Poco a poco, lo refuerzos que llegaron al Lobo fueron debutando con la camiseta albiazul, pero por una cuestión de papeles, el jugador paraguayo aúno no había podido jugar.
La oportunidad la tuvo el viernes en reemplazo de San Esteban, en el partido frente a Huracán y, por suerte, le tocó integrar el equipo que consiguió una victoria. Además, en dicho cotejo Gimnasia consiguió mantener la valla invicta.
De todas formas, el desarrollo del encuentro no fue para nada cómodo y el nuevo jugador debió luchar muchísimo durante todo el partido.
Comenzó las acciones algo desconcentrado y con poca presencia en el juego aéreo. De hecho, en los primeros minutos el Globo tuvo tres situaciones claras de gol debido a cabezazos que la defensa tripera no pudo contrarrestar.
Pero con el correr de los minutos, el zaguero empezó a entenderse con sus compañeros, obtuvo confianza y se soltó, para lograr un juego más sólido y poder así coronar una actuación aceptable. Sin dudas que tiene condiciones. Sólo le faltan minutos de juego junto al resto de sus compañeros.
Lo mejor: La fuerza y el ímpetu con que jugó todo el partido. Por momentos pareció un jugador nacido en el Lobo. Además, mostró buenas intenciones (aunque con algunos errores) al momento de salir jugando del fondo. Y por último, algo particular, salvó en dos ocasiones el arco tripero luego de sacar en la línea un ataque visitante.
Para mejorar: La concentración será un tema que deberá plantearse. Por momentos se lo vio desorientado y algo desordenado tácticamente. Es verdad que hacía mucho que no jugaba y que es difícil integrarse tan rápido al plantel, pero será necesaria la coordinación con sus compañeros para no pasar sobresaltos.
Otro aspecto a mejorar tiene que ver con la vehemencia con que desarrolla su juego. Si bien muchas veces la circunstancia lo exige, en varios pasajes del partido se lo vio demasiado pendiente del jugador rival, al punto que saltó a cabecear con los brazos levantados. No llegaron a ser codazos pero deberá cuidarse de árbitros más celosos ya que los choques fueron muy fuertes.
