22 + 2. El apoyo de más de 4500 triperos fue la clave para que el equipo se recupere. Aliento ensordecedor.
La primaveral tarde invitaba desde temprano a suspender topo tipo de actividad y prepararse para ir a alentar al Lobo en su cotejo frente a Independiente.
La caravana arrancó pasadas las 16.30 cuando cientos de autos y micros cubiertos de banderas abarrotaron la autopista para que el viaje a Avellaneda parezca una multitudinaria procesión tripera.
Claro está que con tanta caravana algunos llegaron sobre la hora, sobre todo los lentos micros que trasladan a la hinchada.
El recibimiento al primer equipo fue el acostumbrado, un interminable GINASIÁ acompañó la salida del equipo encabezada por el Gato Sessa. Minutos más tarde, con la capacidad popular colmada el cántico fue otro: "abran la puerta!!!". La policía hizo oídos sordos y muchos que llegaron sobre la hora se acomodaron en la bandeja superior.
Los minutos pasaban y el equipo se mostraba sólido. De repente, un remate de larga distancia, la pelota que viborea y termina en el fondo de las piolas del arco tripero. Otra vez a remarla.
La gente trató de levantar al equipo pero el enojo por los fallos del árbitro envolvió a los once triperos en una maraña de imprecisión incapaz de llevar peligro al arco rival.
El entretiempo fue una interminable fiesta tripera, demostrando que se está más en la malas porque es justamente cuando más se nos necesita. Veinte minutos a pleno con todo el triperío cantando al son de los bombos y las trompetas. El resto del estadio, mudo, siendo un mero espectador de la mejor hinchada del mundo. Tanto aliento, tanto apoyo parece haber motivado a los jugadores que salieron con toda la furia en búsqueda del empate.
Empate que se logró un poco por la buena habilitación de Tete González y la posterior definición de Niell; y otro poco por el empuje de la gente.
Gol y delirio de un público que quería más. Y las opciones de desnivelar estuvieron, lo tuvo Piatti, Messera y Cuevas. La gente en la tribuna se agarraba la cabeza y no entendía por qué esa pelota no entraba. En el banco de suplentes, como dos hinchas más estaban Sosa y Alonso, dando indicaciones, gritando y sufriendo como en la popular lo hacían los 4500 triperos.
Fue empate, en el campo de juego, porque en la tribuna hubo un solo ganador. GINASIÁ!