"Valores y disvalores" Algunas razones del pobre nivel de los árbitros. El domingo Collado jugó para el Ciclón.
VALORES Y DISVALORES
Una columna de Javier Castrilli en la televisión fue el disparador. El ex árbitro se agarraba la cabeza y no lograba entender algunas acciones de sus ex colegas dentro de un campo de juego. Se salía de la vaina, negaba con la cabeza todo el tiempo, se indignaba.
El arbitraje actual está pasando por un pésimo momento. Consecuente, es cierto, con la actualidad del fútbol argentino, tan corrompida, tan turbia, tan mercantilista.
En ese ámbito, los clubes hacen lo que pueden. Negocian con los dirigentes, intentan posicionar en la AFA a algún representante de la comisión directiva, acuerdan con las barras, con la policía, con la televisión, etc.
Esto da la pauta de que las cosas no sólo no están bien, sino que además, estarán así por años, mientras continúe la permisividad en torno a la figura de Julio Humberto Grondona al frente del fútbol.
Dentro de la discusión entre los panelistas del programa de TV surgían algunos argumentos para intentar comprender porqué hay árbitros que dirigen tan mal. Y entre ellos, sin cuestionamientos, un periodista dijo “el arbitraje argentino está entre los mejores del mundo”. Típico argentino. Otro, en cambio advirtió “la televisión también perjudica al arbitraje ya que deja muy expuestas situaciones que antes pasaban desapercibidas”. Hasta que se enfureció Castrilli y desnudó de hipocresía a los allí presentes: “muchachos, lo que está pasando tiene que ver con una cuestión de conductas”, dijo y luego continuó “se actúa mal, se prioriza el amiguismo ante la justicia deportiva. Se reconocen presiones que antes no existían, vinculadas al negocio del fútbol. Se omiten valores fundamentales y se aplauden los disvalores”.
Y de eso se trata. Hoy el mejor árbitro es que menos amarillas y rojas saca por partido, no el que más justicia impartió en el juego. Hoy, el periodismo pregona el diálogo entre los jugadores y el juez y se sobrevalora la amistad y el manoseo que se muestra entre ambos actores durante los partidos: charlas, risas, abrazos, besos, etc.
Hoy todo se ha mediatizado y por eso entra en el negocio. Los árbitros también, de manera que su participación ahora debe ser controlada por productores, medida en sus acciones, funcional al espectáculo.
Hay estadísticas sorprendentes. Pero no nos metamos en eso. No hace falta. Basta con ver cada partido y cada show televisivo para comprender cuál es el camino por el que optó circular el arbitraje y cuáles son las consecuencias.
Es cada vez más difícil hacer las cosas bien, porque es cada vez más difícil también intentarlo. No hay posibilidades de proponer nada superador. No hay posibilidad de modificar lo establecido en un sistema dominado por las mafias. Si la sociedad mira hacia otro lado y se amontona frente a las máquinas para ver los puntajes del Gran DT, si los destinos del fútbol se deciden entre cuatro paredes y todos socarronamente aceptan ese juego propuesto por Grondona, tal vez por miedo a represalias, tal vez por temor a desaparecer del medio. O quizás con la intención de que todo continúe así, ya que por lo menos “tenemos trabajo” ¿Qué se puede esperar de los árbitros?
Y allí va Casrilli, renunciado de todo, sin voz ni voto, con denuncias en su contra por haber metido la nariz donde no debía, tratando de no desaparecer, intentando cambiar el mundo a duras penas, pero a veces a cualquier precio. Como en este caso, desde el lugar equivocado, desde TyC Sports.
