Te adelantamos el editorial Nº 76 de Letra G. Un mensaje para la gloriosa e incomparable hinchada de Gimnasia.
El mensaje podría estar orientado a los jugadores que lograron semejante triunfo en Tucumán o al técnico por la manera inteligente de plantear el partido. Pero no, para ellos dejamos las felicitaciones y el auguro de no relajarse. El artículo de hoy está dirigido directamente a los hinchas, por lo vivido, por lo que vamos a vivir y por ser de Gimnasia.
Los hinchas Triperos hemos superado momentos de todo tipo. Más alegres en contextos de bonanza, más angustiantes en los viejos descensos, en las duras derrotas y también en la pérdida de campeonatos. Hemos encabezado las movilizaciones más espectaculares del país y sin reparar en ello, hemos sido reconocidos como la mejor hinchada por los principales referentes del periodismo nacional. Gimnasia nunca abandonó. Gimnasia provocó hasta un terremoto.
De todas formas, cada situación en la vida del Lobo es incomparable y por eso, la alegría del domingo pasado, no tiene similitudes con ninguna otra gesta albiazul.
La bronca contenida, el no haber bajado los brazos nunca y la humildad con la que se vivió el triunfo, sabiendo que todavía falta mucho y que hay que seguir luchando para llegar en buenas condiciones a una doble final en la promoción, han generado en los hinchas una sensación de bienestar que hacía mucho no se daba.
Los 2500 Triperos que viajaron durante horas y la multitud fiel que se quedó en La Plata vivieron a su manera una jornada de mucho nerviosismo, pero que terminó de fiesta.
El gol de Teté González y el pitazo final de Bassi generaron en cada Tripero una sensación particular. En la cancha fue desahogo puro, un grito desgarrador y un abrazo de hermano con cualquiera que estuviera al lado. En La Plata, el sufrimiento se vivió de otra manera: frente al televisor o por radio, envidiando sanamente a quienes habían viajado y resguardados, por diferentes motivos, de todos los imprevistos que conlleva hacer un viaje tan largo.
Pero en ambos casos las sensaciones se multiplicaron, dejando agotadas las almas una vez terminado el partido. Llantos de alegría, de pasión. Puños apretados al máximo por la proeza lograda y mucha convicción para lo que viene. Ahora hay que apoyar más que nunca. Se ganó un partido clave pero aún quedan cuatro iguales en importancia.
Festejemos ser de Gimnasia, al margen de los resultados y disfrutemos de formar parte de la única pasión de la ciudad. Después, termine como termine esta historia, nosotros, los verdaderos hinchas, estaremos tranquilos de haber dejado la vida por ver bien a Gimnasia, esa única manera de vivir.
