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11-02-2010

ASÍ SE DICE GOL EN FRANCÉS

A horas del homenaje a Pacho Varallo, Clarín publicó un informe acerca de otro gran jugador tripero: Delio Onnis.

Delio Onnis nació en Roma, pero se crió y se hizo futbolista en la Argentina. Jugó en Almagro y en Gimnasia (y Esgrima) La Plata. Pero su gran recorrido como goleador la construyó en la Liga francesa entre 1971 y 1986: con 299 goles, aún hoy es el máximo anotador de la historia. Retrato de un especialista del área.

Tal vez, algún día, en un rincón del mundo, Delio Onnis le volverá a agradecer a aquel primer azar que lo llevó a Francia: a principios de la década del 70, un par de emisarios del Stade de Reims habían venido a la Argentina para contratar a Alfredo Obberti. Querían goles para su club, entonces uno de los más ganadores de la Ligue 1. El Mono había demostrado sus condiciones en Huracán, en Los Andes y en Newell's. Pero su esposa se mostró reticente al traslado a Europa y el pase no se realizó.

Entonces, surgió el nombre de un atacante que venía exhibiendo ciertas capacidades para resolver en el área, con la camiseta de Gimnasia La Plata. Tenía una historia curiosa: había nacido en 1948 en Italia, un país que poco pudo conocer. A los tres años ya abrazaba la vida de barrio en Caseros. La cancha de Almagro le quedaba cerca; incluso enfrente su papá tenía un local. Se fue a probar, quedó y -con menos de 20 años- ya jugaba en la Primera del club, que en aquellos días del segundo lustro de los 60 estaba en la segunda división.

La llegada de Onnis al Reims no generaba inicialmente mucha expectativa. No traía un nombre estridente; no llegaba con impronta de crack, tampoco. Lo que pasó luego desmintió todos los cálculos: durante 15 temporadas, este argentino nacido en Roma se convirtió en el máximo anotador de toda la historia del fútbol francés. Con 299 goles, mantiene tal condición desde el instante de 1986 en el que se retiró. Hay más: según la Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol se encuentra en la posición 17 entre los mejores goleadores de todos los tiempos. Delante de él, sólo hay otros dos argentinos: Alfredo Di Stéfano y Carlos Bianchi. Y en esa lista también figuran, por ejemplo, los brasileños Pelé y Romario, el húngaro Ferenc Puskas, el alemán Gerd Müller y el mexicano Hugo Sánchez.

"Su técnica distaba mucho de ser depurada, sus recursos en el regate eran limitados y tampoco era una bala con el cuero en los pies. Carencias que el 'Tano' suplía con su sentido de la anticipación, desmarques inteligentes, contundente remate de cabeza y eficacia en la finalización. Fuera del área era un jugador un tanto vulgar, pero dentro no había nadie como él", señala Jaime Rincón, en el diario Marca, de España. Sin embargo, el promedio de gol en toda su carrera lo cuenta mejor que cualquier palabra: en 594 encuentros marcó 363 tantos (0,61 por partido).

En Francia defendió la camiseta de cuatro equipos: Stade de Reims, Mónaco, Tours y Toulon. Y con todas, brilló por ser implacable bien cerca del arco ajeno. Fue el goleador en cinco temporadas y en otras tres resultó segundo, siempre detrás del argentino Carlos Bianchi. Con el Virrey, quien también fue cinco veces el que más goles hizo en la Liga de Francia, tuvo una suerte de Superclásico de la Red. Onnis ganó en la suma (hizo 120 goles más); pero Bianchi se impuso en cuanto al promedio por partido (0,81 contra 0,66).

A pesar de su notable recorrido goleador por Francia, Onnis apenas pudo ganar dos títulos en 15 campañas: con el Mónaco ganó la Liga en 1978 y la Copa en 1980, en su última temporada para el equipo del Principado. Luego llegarían los aplausos en el Tours y en el Toulon, donde resultó máximo goleador a los 36 años. Tantos gritos felices no le alcanzaron para cumplir con su inmenso deseo de jugar para la Selección argentina, por la que había optado.

En Francia había encontrado su lugar en el mundo, de todos modos. Lo querían en cada cancha a la que iba. Por admiración o por respeto, Onnis escuchó aplausos y se vio frecuentemente en las tapas de los diarios y en las portadas de las revistas. El fútbol galo lo adoptó como propio y lo transformó en una de sus leyendas entre los grandes delanteros, a la altura de Just Fontaine, del croata Josip Skoblar o de Jean Pierre Papin. Como alguna vez señaló L'Equipe: "Onnis fue el mejor goleador que Francia vio crecer en su territorio":

Ya en la década del noventa, Onnis se dedicó a la dirección técnica: condujo al Toulon en la temporada 90/91 y al París FC entre 1992 y 1995. No lo convenció la tarea. Lo tenía claro: lo suyo era el área y no tanto el banco. Tal vez por eso, en 2008, la conducción del Mónaco lo contrató para formar a los juveniles del club. Quedaba una impresión entonces: en el Principado buscaban goleadores; y habían elegido al maestro perfecto.


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