El robo de autos en el Bosque deja en evidencia la complicidad policial, la inoperancia y las mafias vigentes.
Luego del partido con Racing, jugado el sábado en el Bosque, varios triperos se encontraron con la desagradable sorpresa de que habían sido víctima del robo de autos, ruedas y estéreos.
Esta información fue confirmada por la policía que advirtió que “al menos nueve autos fueron sustraídos en las inmediaciones del Estadio de 60 y 118”, además de otros objetos de valor que se encontraban en los automóviles estacionados. Esta situación no llama la atención en un contexto donde los negociados, las mafias y la inoperancia son monda corriente.
Para el clásico jugado en el Bosque, el Comité de Seguridad dispuso 900 efectivos para controlar sólo a la hinchada del Lobo, mientras que para el partido con Racing otra considerable cantidad de efectivos vigilaron el comportamiento de dos facciones “amigas”, que lejos están de cometer actos de violencia.
Sin embargo, los fuertes cacheos, los vallados insólitos y la inflexible actitud de la policía, de no dejar, ni siquiera, ingresar a un viejo con un paraguas o un encendedor al Estadio contrastan con los mencionados hechos de violencia, con la actitud de los cuidacoches y con las actitudes de la justicia de fallar en favor de las barrasbravas, en el apriete de hace unos días en el country de City Bell.
“No hubo delito” dijeron sorpresivamente los encargados de controlar la seguridad en los espectáculos deportivos. Entonces tampoco hubo delito en aquella oportunidad cuando pasó lo mismo con los hinchas de Gimnasia en la previa del partido con Boca... Y tampoco hubo delito hace unos meses cuando en la tribuna de Estudiantes le pegaron un tiro a un hincha y así se puede hacer un listado interminable de hechos “no violentos” que dejan expuesto al fútbol y que generan la risa irónica de todos lo que piden voluntad política para terminar con ésto.
El robo de autos quedará en el olvido rápidamente para todos a excepción de las víctimas, como quedan en el olvido cada una de las desgracias del fútbol argentino bajo el telón del “todo pasa”.
Las barras se han institucionalizado. Han adquirido un poder que ya nadie les puede sacar. Estas “empresas” con el amparo del Estado son ahora y desde hace tiempo los dueños de los negocios y de las decisiones, dejando que “todo pase” pero por las manos de las mafias.
Así estamos. Mezclando la pasión e intentando cerrar los ojos para poder vivir el fútbol desde su esencia, como lo vive un chico de seis años, que disfruta de la salida de su equipo, de la cantidad de banderas que pueda llevar la hinchada y las bengalas que descubren humo azul y blanco en la mitad del partido.
Disfrutalo pibe. Te queda poco. Luego te avivarás que las autoridades están todas denunciadas de corrupción, que los dirigentes y los clubes son cómplices y víctimas de este sistema y que increíblemente Julio Grondona está al frente de AFA desde 1979 y nadie dice nada.