Después del partido con Central la policía buscó incidentes hasta encontrarlos. Otra acción que aporta al descrédito del sistema.
Semana tras semana volvemos sobre el mismo tema y ya remarcamos desde este medio una amplia lista de conjeturas acerca de las posibles intenciones de los sistemas de seguridad, de sus conexiones, sus negociados, sus estrategias y sus complicidades.
Evidentemente esto no significa un tema de interés primario, o al menos, esto no está ni cerca de equipararse con el interés que despierta el resultado de cada partido de Gimnasia. Es lógica, pero no por eso estamos de acuerdo.
Es molesto el tema de la seguridad. Le molesta a los encargados de resguardarla, le molesta a quienes tienen intereses metidos en el medio, a quienes operan en favor de que esto no se resuelva nunca, a los dirigentes cómplices y también a la gente, por qué no, que necesita buenas noticias y distenderse en una tarde de partido.
Hace unos días remarcamos los problemas que hubo después del partido con Racing, con autos robados, destrozos, etc. ahora, algunos días después, debemos retomar el tema para intentar entender el accionar policial luego del partido con Central.
El difícil creer que la gente del Lobo haya buscado problemas. Cada partido en el Bosque es un desafío para el hincha, que sabe que está con los ojos sobre la nunca a la espera del error para recibir la sanción. No hubo problemas en partidos mucho más conflictivos, en derrotas dolorosas, en momentos de extrema tensión. ¿Por qué habría que pensar que los hinchas provocaron incidentes el lunes por la noche?
El termómetro del hincha pasa por nuestras venas, simplemente, porque somos hinchas; y a partir de eso es que nos dimos cuenta de que el lunes hubo una predisposición a generar incidentes. En el ingreso al vestuario, luego del partido, la policía dispuso un cordón que dividía a los hinchas de los periodistas y con escudos y palos protegían que se respete como si fuera una frontera internacional. Allí un periodista intentó pasar, como siempre y la reacción violenta de los efectivos se generalizó: empujones, palazos y por suerte todo llegó hasta ahí, hasta el límite del desborde.
En el otro extremo, en la puerta derecha de la tribuna del Bosque la cosa fue más grave. En forma llamativa se abrieron todas las puertas del estadio menos esa. Los hinchas esperaron casi cuarenta minutos para salir. Mientras tanto, los triperos que salieron por otras puertas pasaban por enfrente de los que todavía estaban adentro y la impaciencia fue en aumento. La mejor forma que encontró el operativo para calmar los ánimos no pasó por abrir la puerta, sino por tirar tiros al aire y reprimir indiscriminadamente.
¿Era necesario todo eso? ¿Quién planifica los operativos? Cambian en cada partido, dejan desorientados a todos, tratan a la gente como si fueran delincuentes, muestran odio y se consideran los dueños del circo. Lamentable.
Por otro lado, hay que remarcar un problema que por el momento no pasó a mayores, aunque pareciera que se está intentando lograr eso. Sobre la avenida 60 llegan los hinchas visitantes y por supuesto, también llegan los triperos que vienen del barrio Mondongo, de Berisso y demás lugares de 60 para atrás. Allí no hay presencia policial, no hay vallados suficientes, no hay contención; está todo a criterio de los hinchas que acertadamente no quieren iniciar incidentes. Y no porque sean santos, sino simplemente porque el espíritu del hincha es ir a ver un buen espectáculo. Ya se cruzaron insultos, algunas corridas, pero todavía nada grave. ¿se estará esperando algún incidente de proporciones para suspender el Bosque?
Mientras tanto pasan cosas. Mucho más graves tal vez, pero con poca prensa se esfuman rápidamente. Muertos en las inmediaciones de los estadios, heridos de bala dentro de la tribuna, incidentes entre las hinchadas en los barrios porteños, pruebas en contra del Coprosede por complicidad con las barras, conexiones entre barras y dirigentes por el tema entradas, por los viajes al mundial, por otras cuestiones más complejas.
En fin, en el Bosque también pasan cosas, pero pareciera que fuese necesario que pasen cosas peores. Se está provocando, se está buscando el límite. El lunes fue otra muestra de inoperancia, el lunes fue otra muestra de irresponsabilidad policial, el lunes se volvió a observar cómo cinco minutos después del partido una larga fila de policías se agolpaba para cobrar su salario, mientras los hinchas aún permanecían dentro del estadio. Así es fácil, muerto el perro se acabó la rabia y todo se encamina a eso. Menos fútbol, menos incidentes. Sin fútbol, cero incidentes.