La vida nos da una segunda oportunidad. Zafemos del descenso, pero después a trabajar en serio. EDITORIAL 95 de la revista Letra G.
Mi viejo me mira a los ojos y me dice “tranquilo… vos te quejás pero viviste la mejor época de Gimnasia. Sabés lo que era jugar en la B durante años. Ir a todas las canchas, siempre quilombo en las tribunas. No había ni alambrados… Encima el Lobo perdía y perdía y peleaba por no irse a la C. Enfrente los otros, campeones de todo. Un sufrimiento constante…”
Y si, yo me quejo porque me di cuenta de que se puede estar mejor. De que no hay que acostumbrarse a la mediocridad ni a las derrotas y menos creer que esto es una cuestión del destino inquebrantable.
Me quejo pero sé perfectamente por lo que tuvieron que pasar nuestros abuelos y nuestros viejos para lograr un Gimnasia decente, respetable y ejemplar, que ahora se desangra. Y por eso me da bronca.
Yo me quejo porque me di cuenta hace tiempo que con responsabilidad, honestidad, humildad y mucho trabajo se puede crecer dignamente en todo sentido. Me quejo por que sé y está comprobado que a partir de la búsqueda de consensos surgen las ideas superadoras, que al margen de quién las proponga, siempre deben estar a favor de Gimnasia.
Por qué me tengo que conformar con el mal menor. Si pasamos durante tanto tiempo por terrenos tan angustiosos, aprovechemos para evitarlos y para aprender de los errores.
Los años pasan y hace tiempo que Gimnasia navega sin rumbo. Esto no es pegarle a la comisión actual, ni a la anterior. Esto no es ser golpista ni utópico. Esto es pretender que todos hagamos una autocrítica y empecemos a construir un club serio, prolijo y lleno de vida institucional, a partir del mayor valor que tiene la institución: su gente.
Hoy estamos otra vez en promoción y volvemos a pensar en que hay que dejar todo para zafar, para luego analizar lo que se hizo bien y lo que se hizo mal, para profundizar aciertos y corregir errores. Pero esto ya lo vivimos y no lo hicimos. El milagroso triunfo frente a Rafaela tapó todo surgimiento de autocrítica y entonces a partir de aquel 12 de julio comenzamos a transitar por el mismo camino.
Hoy la vida nos pone en el mismo lugar, nos da otra oportunidad. Hasta nos quiere enfrentar contra el mismo rival, con todo lo que eso significa en cuanto a la carga emotiva.
Abramos los ojos. Zafemos del descenso, por supuesto. Pero luego frenemos la máquina. Hay un largo receso que debe aprovecharse para pensar, para proyectar un futuro y un modelo de institución. Hay que escuchar. Hay que fundar bases sólidas que trasciendan la gestión de turno. No caigamos en la miseria de enfocarnos en la campaña electoral, prometiendo grandes mentiras. Seamos claros, sinceros y pongamos a Gimnasia por sobre todo beneficio individual. Esa será la única muestra de que realmente amamos a nuestro Club.
