Por estas horas en Gimnasia se están viviendo momentos decisivos y gane quien gane necesitará del socio para gobernar. Editorial.
Por estas horas en Gimnasia se están viviendo momentos decisivos. Mucho se ha hablado en estos días de los problemas que tiene la institución y se han hecho conjeturas de todo tipo al respecto.
Los tres candidatos a presidente, Gaskín, Delmar y Papasodaro aseguraron desde un principio tener los recursos para afrontar el problema económico de Gimnasia en el corto plazo. Luego, según coincidieron, será el momento de generar recursos para subsistir una vez que esa solución provisoria llegue a su fin.
Entre este panorama emergió la voz alarmista de Muñoz que describió un apocalipsis reflejado en 80 millones de pesos de deuda y asegurando que con estas condiciones no hay presidente que aguante más de 60 días.
Y por ahí anda el Socio, tratando de sacar algo en limpio, creyendo promesas sin sustento y opinando de las opiniones infundadas de los operadores de prensa que dicen algo para que ese dato distorsione la realidad y así finalmente logar su cometido.
Está claro que el que gane necesitará del resto para poder gobernar. Es lamentable no haber podido coincidir en puntos básicos que agrupen a los postulantes más cercanos y así evitar una compulsa innecesaria. Pero las cartas están echadas.
En esto, la estrategia de Muñoz resulta inadmisible y dolorosa para muchos socios de la institución. La instauración del miedo como método de subir en las encuestas roza lo miserable. Considerarse el único capaz de salvar a Gimnasia subestima demasiado al resto y hace repasar la historia cercana para recordar cómo estaba el Club cuando él era el Presidente.
A Gimnasia lo van a salvar sus socios, antes de las elecciones y después también. No hay presidente que pueda gobernar sin ellos. Y por eso es fundamental seguir dos caminos. Por un lado elegir bien y eso depende de las concusiones a las que pueda acceder cada uno; y por otro lado, y este es mucho más fácil, hay que involucrarse una vez que hayan pasado las elecciones.
Los socios deben tomar el Club. Gane quien gane. Son ellos los que deben profundizar el esfuerzo para regentear que la nueva comisión directiva lleve a cabo las promesas de campaña. Son ellos también los que deben seguir dando todo para que Gimnasia comience a crecer. Que cada candidato se haga cargo de lo que dice ahora. Y que la familia gimnasista de una vez por todas pueda superar discusiones sin sentido que no conducen más que a dividir para el provecho ajeno.
Hay muchos puntos por atender. Tanto el económico como el futbolístico son primordiales, pero esos temas se resuelven a partir de una buena política integral en la institución. La infraestructura, las disciplinas; cada área necesita un giro total en su gestión y por eso hay que involucrarse, cada uno con lo que sabe y cada uno con sus ideas superadoras.
Señores, Gimnasia no va a desaparecer mientras quede un tripero vivo. Asi que no instalen el pánico. Al Club se lo salva trabajando y dando la cara. Un impulso económico inicial y una gestión honesta y ordenada luego tienen que sacar a flote a la institución decana del fútbol argentino. No es para nada sencillo, pero es el único camino que queda.
El sábado 27 no será un día de fiesta, pero sí un día de compromiso y amor a la Institución. Cada uno desde su lugar debe tener grandeza y entender que Gimnasia está por sobre todas las cosas y los nombres.
