Opinión.- Gimnasia jugará nuevamente en el estadio Ciudad de La Plata Cuidemos lo nuestro triperos.
Autopista Buenos Aires-La Plata. Los inmensos carteles propagandísticos tienen un único dueño. “Está a 30 Km. de arribar al único estadio de Sudamérica con capacidad de desconcentración en 7 minutos”, reza un enorme anuncio. Otro, de idénticas características, dice: “Está a 25 Km. de arribar al único estadio techado de Sudamérica”. Así, cada cinco minutos emerge un nuevo cartel con una nueva inscripción.
Y comenzó el circo. Como si se tratara de una ironía acerca del aspecto que presenta el renovado estadio Ciudad de La Plata, el acto de inauguración rozó la payasada. Un mega show de acróbatas que, sin una pizca de vergüenza, hacían piruetas en lo alto con la franja azul en el pecho, como en un intento de difamar a la historia identitaria y cultural tripera toda. No hubo medio informativo que no se cansara de emitir hasta el hartazgo un espectáculo hecho a la medida de lo que un legítimo hincha de Gimnasia no aceptaría jamás. La denigración de los valores institucionales Mens Sana fueron el producto de varios sectores del poder que osan imponer el conformismo vacío, inauténtico y carente de todo rasgo razonable, a la ideología inamovible de los triperos que resiste las embestidas del gobierno provincial.
La paradoja que buscan quebrantar está a la vista: el estadio Ciudad de La Plata, supuesto orgullo municipal, provincial y nacional, choca con el simple hecho de que el grueso de los mismos habitantes de La Plata lo rechazan a diestra y siniestra. No es casualidad que ningún medio haya profundizado en este tema, como así tampoco en el costo desmesurado (casi doscientos millones de pesos) que acarreó el primer estadio techado de Sudamérica, ni mucho menos en el tiempo de construcción (quince años) que conllevó el mismo. ¿El discurso? Todo derivado del estadio es bueno, por lo que resulta un despropósito no utilizarlo.
Claramente las presiones para que el nuevo estadio sea aceptado y utilizado son muchas. Si hasta el Coprosede días atrás presionaba para que el clásico se jugara con ambas parcialidades. No tiene ninguna lógica. Es decir, el organismo encargado de mantener la seguridad dentro de los estadios, el mismo que fomentó la reducción de la capacidad de las tribunas, la limitación del largo y ancho de las banderas y la prohibición de hinchas visitantes, manifiesta que en el clásico platense es conveniente la presencia de dos hinchadas que se odian mutuamente. Será por eso que las cuentas nunca son claras y parecen cerrarse a conveniencia de unos pocos, mientras que el fin justifica cualquier medio.
Y metido en un enrollo está Delmar: Cacho sabe hasta dónde tirar de la soga, tiene en claro lo que el pueblo tripero piensa al respecto de abandonar -una vez más- el Bosque. Y también sabe que, más allá de todo, para los hinchas primero siempre está Gimnasia, por lo que las gradas estarán repletas en el clásico. ¿Algún incrédulo piensa que si Delmar no tuviera en claro el caos que surgiría al permitir el ingreso de los simpatizantes de Estudiantes, no habría tenido un accionar sumiso ante el pedido del Coprosede?
Si la premisa del gobierno es ponderar los beneficios que trae un engendro en el que se invirtió el triple de lo que realmente se debería haber invertido y en cuyos alrededores hay gente que junta cartones para ganarse el pan, todo para sacar rédito político, allá ellos. El triperío en su conjunto no debe ser cómplice de semejante infamia; debe defender lo que es suyo.
