Gimnasia se juega ran parte de su futuro y hay que estar ahí. Bandera en mano, confianza ciega y a copar el Bosque. Nada está perdido.
Asumo que todo lo que dice esta nota perderá vigencia en pocas horas. A las palabras se las llevará la euforia que produzca una nueva chance de promoción o la tristeza de haber perdido en batalla.
El resultado será lo que marque el futuro pero no modificará en nada la forma de sentir en azul y blanco. Manera de vivir, de afrontar los días, cúmulo de valores comunes que nos hacen respirar distinto a todos.
Cuando mi viejo me contó lo que era Gimnasia no me ofreció nada, no intentó persuadirme con golpes de efecto ni vehículos hacia la gloria. Me puso la camiseta y me enseñó desde pibe que el Lobo muchas veces es sufrimiento o bronca. Locura pura, goles que se gritan con el alma, militancia cotidiana y algunos llantos que marcan a fuego pero fortalecen la insistencia.
Hace años que todo es un problema pero hoy más que nunca me aferro a mis primeros mensajes, a las primeras canciones, a mi Bosque, a los amigos, a la esperanza.
Hoy, pase lo que pase, Gimnasia seguirá de pie y permanecerá en cada rincón de mi casa, en cada paso que damos, en cada cosa que hacemos.
Hay muchos que nos quieren ver derrotados pero todavía no aprenden que jamás nos daremos por vencidos ni aún vencidos. Bandera en mano, confianza ciega y a copar el Bosque. Nada está perdido.