Dos temporadas debimos estar construyendo un regreso que al fin llegó. Agradecido e inolvidable retorno. Ahora: PROGRESO. Editorial
Dos años. Dos temporadas debimos estar en un lugar por donde pasó River, casi llega San Lorenzo y ahora lo invita a Independiente. Entre tantos recuerdos, es imposible olvidar los años que estuvimos peleándola a la muerte. El subcampeonato de 2005 y más tarde las promociones: dos triunfos con Rafaela y una derrota ante San Martín, marcaron un camino que, tarde o temprano, nos iba a llegar.
Estos años de locura, resumidos en apenas algunas líneas, intentan poner en plural un poco de la historia reciente del Lobo. Un día; esa misma tarde donde el pueblo tripero aplaudió sin pausas al equipo descendido y liderado por el Melli, nos dimos cuenta que habíamos arribado a “no sé dónde”. Sabíamos la complejidad del cuadro, y escuchábamos por los medios siempre preocupados en River (equipo que el diario Olé jamás dejó de poner en primeras planas), que “no había vestuarios en algunas canchas”, “que los refuerzos tienen que conocer la categoría” y bla, bla, bla.
Fue lógico: peleamos hasta dónde pudimos. Flojas incorporaciones, partidas importantes (como la de Fito Rinaudo) y pésimas acciones dirigenciales pintaron el marco de una crisis institucional que, incluso hoy, hay que revisar. Revisar significa: diagnosticar, formar y construir. Ni hablar por hablar, ni rechazar por el mero rechazo.
Sin embargo, y retomando la línea de un pensamiento que está atado a la inmensa alegría de haber vuelto, debo admitir que el Nacional B me dejó siempre la sensación de torneo jerarquizado a comparación de lo que era antes. No solamente por los equipos que lo integran (Ferro, Huracán, Banfield, Olimpo) sino también por el mercado de un fútbol argentino que poco puede mirar hacia afuera al momento de incorporar jugadores y se ve obligado a rastrear promesas del ascenso.
De todas formas, aclaración al margen, este campeonato es realmente insufrible: extenso y tenso, competitivo, desparejo entre instituciones, recursos y proyecciones. Hay clubes que no pueden estar acá (no porque no lo merezcan, sino porque no lo permite su estructura).
Con altos y bajos, el Lobo reconoció rápidamente su lugar en la categoría y, luego de un penoso comienzo con Ingrao, sacó la chapa de Pedro. Terminó el año y armó un equipo pensado a su manera para pegar la vuelta. Así fue. Por suerte o mejor dicho, por lógica, Gimnasia se hizo cargo de esa camiseta y puso a disposición del certamen un equipo que fue siempre fue más que el resto. Texto y contexto. El equipo fue un texto acorde y articulado con su entorno.
Por su parte, la mirada institucional sigue siendo una incógnita. Esta felicidad dura días simplemente porque es la misma alegría que nos agarra cuando se termina la fiebre. “Que suerte, no tengo más fiebre”, pero las cosas no pueden quedar así. Esta institución no puede levantar temperatura siempre. Debe buscar qué es lo que le pasa. Si encuentra respuesta, encontrará soluciones. Es la única manera.
Merecido regreso. Agradecido e inolvidable regreso. Ahora: PROGRESO.