En una charla con Letra G, Lucia Romagnoli, actual coordinadora del Hockey tripero, cuenta los pormenores de esta actividad.
En el Lobo estas cosas pasan. Muchas veces –o casi siempre– el amor por la camiseta es tan grande que atraviesa límites insospechados. Y el Hockey es un claro ejemplo de lo que puede lograr el accionar de los socios con el apoyo de diversas aristas de un club social inmenso como lo es Gimnasia.
Cuatro años atrás, Lucía Romagnoli presentó un proyecto para recuperar la actividad del Hockey, deporte en el que Gimnasia fue pionero mucho antes de sufrir una dura sanción allá por 1958, cuando recibió una absurda suspensión de 99 años por disturbios ocasionados en un partido disputado ante Banco Provincia. “Sabíamos de la sanción y ya se había pagado lo que se debía pagar por lo que dejó de tener sentido. Esto de levantar la sanción, para la Institución es importantísimo. Se abre un camino de crecimiento”, resalta Rogmanoli que, tras recibir sendos reveces de la gestión Gisande (nunca le ofrecieron el espacio que pidió para comenzar su trabajo), logró que le abrieran las puertas tiempo después, cuando Héctor Delmar retornó a la presidencia del Lobo. Allí, con el visto bueno de propios y extraños, dio rienda suelta a su proyecto. La coordinadora de Hockey lo resume así: “Fue a cuatro años. El primer año consistía en recuperar la actividad; después, incorporar jugadoras en todas las categorías y buscar ingresar en dicho período en la Liga Metropolitana. Esos tiempos se cumplieron”.
Entre muchas idas y vueltas, con más obstáculos que facilidades, con un accionar a pulmón y gracias a la colaboración de los socios del Club, Gimnasia se fue acomodando en el Hockey y forjó una estructura que se halla en pleno crecimiento. “Nos fuimos encontrando con un montón de realidades difíciles pero gracias a Dios se cumplió bastante bien con esos objetivos”, sintetiza Romagnoli.
¿El sueño de ahora? Completar la construcción de una cancha de césped sintético para estar en óptimas condiciones a la hora de jugar bajo los términos de la Asociación Argentina de Hockey. En tal sentido, la coordinadora del Lobo explica: “Si no llegamos con los tiempos, Gimnasia podría jugar un año en césped tal como se hace en otros clubes. Hay dos opciones: alquilar la cancha de sintético y jugar los sábados, o esperar un año de césped común acá en el Bosquecito mientras juntamos los recursos económicos”. De los dos caminos posibles, en caso de que la nueva cancha de césped sintético no pueda construirse en los tiempos estipulados, Gimnasia se bancaría un año de competencia actuando en el predio de calle 58 y 123.
El valor de una cancha de césped sintético ronda el millón y medio de pesos, cifra sideral y prácticamente inalcanzable para el presente económico que atraviesa Gimnasia. De todas formas, la idea primaria está clara: “Se diagramaron un montón de acciones, desde rifas, eventos, fiestas, jornadas que quizás puedan compartirse con otras disciplinas, encuentros, división de canchas en parcelas para que las jugadoras y socios en general colaboren adquiriéndolas. Todo está pensado para recaudar dinero y destinarlo a la construcción de la nueva cancha y la instalación de la nueva luminaria”, cuenta Romagnoli, quien añade que la idea para un futuro más lejano es contar con dos canchas idénticas para lograr el mejor desarrollo posible de la actividad.
En ese sentido, hay una realidad alentadora que puede servir como base para emprender el proyecto: recuperar lo invertido con futuras publicidades cuando las canchas estén terminadas.
EL ESFUERZO DE LOS PADRES
En este arduo camino de regresar a Gimnasia a la competición de Hockey, los padres de las chicas que frecuentan el Bosquecito cada martes y jueves para entrenar, fueron piezas fundamentales. Ayudados por el Club y también por agrupaciones que se acercaron a brindar apoyo (tal es el caso de Somos Gimnasia, que ofreció en su momento hacerse cargo de la actual iluminación, que luego quedó en manos del Municipio) los socios triperos revivieron, a paso lento y con el sudor de la frente, una actividad como el Hockey, que pocos años atrás permanecía perdida y olvidada.
Un caso paradigmático es el de Alejandro Astorgano, padre de tres chicas que entrenan en distintas categorías y uno de los socios que colaboró asiduamente para que el Hockey lograra avanzar. “El club había puesto cuatro luces el primer año. Nosotros las reubicamos y compramos luminaria y ampliamos para que se pudiera abarcar todo el terreno. Por eso la inversión que tuvimos que hacer fue para comprar reflectores, cables subterráneos y muchas otras cosas”, explica Astogarno.
La consigna fue una sola, y el concepto también: trabajo mancomunado para que las chicas tuvieran lo necesario. Y no fue fácil. Es que en las primeras épocas, lejos de resultar las mejores, a menudo se tenía que apelar a las luces de los autos para que las chicas pudieran entrenar de noche. Ahora, a tres años de que se retomó la actividad, Gimnasia cuenta con una luminaria óptima para los entrenamientos nocturnos.
Hoy en día al Hockey tripero asisten cerca de 280 chicas que se toman la cosa muy en serio. El Lobo cuenta con ocho categorías (pre décima, décima, novena, octava, séptima, sexta, quinta y primera) y Romagnoli está convencida de que pronto habrá una clase intermedia entre las dos mayores.
Para practicar hockey en Gimnasia, hay que pagar cuotas de 90 o 100 pesos (dependiendo de la edad), dinero que se usa para cubrir el sueldo de los nueve profesores con los que cuenta la actividad, sumado al monto que se requiere para afiliarse a la Asociación Argentina de Hockey, que ronda los 50mil pesos.
“Siempre se trabajó en forma mancomunada. La demanda era rápida y por ahí los tiempos para juntar el dinero no iban de la mano con la rapidez con la que esto crecía”, cuenta Romagnoli. Lo cierto es que, como pocas veces, todos tiraron para el mismo lado, y si bien todavía quedan muchísimas cuestiones pendientes, el avance que se ha hecho es superlativo.
En el 2014 el Lobo volverá al lugar que le pertenece por historia y competirá de manera oficial. Un punto para celebrar y no perder de vista de aquí en más. ¡Felicitaciones, chicas!