A los pocos segundos de juego Seoane tiró un pase atrás tan malo que bien pudo haber sido el primero de la visita. Al minuto y medio, desaborde y gol de Rosario Central. Gimnasia empieza a rezar para que no se despierten Aldosivi, Talleres y los sanjuaninos. Otra vez, el Lobo perdió y ya van tres derrotas al hilo.
La cita no era nada sencilla ante el Canalla, pero se vio una diferencia abismal de jerarquía entre un equipo que sabe muy bien a lo que juega y otro que se arrastra por la cancha sin estrategia, sin fútbol, sin alma, sin nada.
Orfila es responsable por su apatía táctica: tres tipos que juegan de lo mismo se hicieron un lío enorme durante todo el primer tiempo para contener las embestidas del Canalla. Di María y Malcorra (los dos conductores de Central) recibieron siempre solos e hicieron lo que quisieron.
Los jugadores son responsables por su apatía general: no corren, no juegan, no hacen nada. Sí se vio una leve remontada en el segundo tiempo, incluso con un hombre menos, luego de que el ladrón de Fernando Echenique expulsara por doble amarilla (ni la primera ni la segunda eran tarjeta) al pibe Corbálan, que venía teniendo un buen partido.
El Lobo llegó al gol a través de Merlo, pero el referí, que dirigió a merced de Di María, lo anuló por supuesta infracción del delantero.
Después, la debacle: dos pinceladas de los rosarinos y a otra cosa. 0-3.
La Comisión Directiva que encabezan Mariano Cowen, Juan Pablo Arrién y Oscar González Arzac es la gran culpable de este momento, por su incapacidad, inoperancia, irresponsabilidad y desidia dirigencial. Se irán en noviembre dejando tierra arrasada, un plantel de cabotaje, un cuerpo técnico de Nacional B y deudas por doquier.
El Lobo visita el sábado a Sarmiento y será la última bala de Orfila. La única buena noticia es que los de abajo son tan malos equipos como lo es hoy Gimnasia.
Agustín Colianni
