Lo de Nazareno Arasa fue una vergüenza. El referí no ocultó sus ganas de que River empatara el partido. Primero dio 9 minutos de adición, una barbaridad, teniendo en cuenta que el encuentro no había tenido parates largos.
Pero no satisfecho con eso, Arasa cobró un penal inexistente en el último segundo de la noche. Incluso lo ratificó post llamado del VAR. Una cosa de locos.
Más allá de que Gimnasia terminó ganando porque Insfrán atajó el disparo de Borja, queda la broca por cómo se maneja todo en este fútbol argentino miserable, donde los arbitrajes hacen y deshacen a su antojo e influyen en los resultados fecha a fecha, con decisiones bochornosas.