Es un llamado de atención: cualquier descuido te puede dejar sin nada. Gimnasia no mereció perder en Córdoba frente a Instituto, pero un error inadmisible en defensa (esta vez, de Morales, quien suele ser el mejor de la última línea) le permitió la victoria a Instituto.
Un golpe que, de prepo, te pone lo pies sobre la tierra: el Lobo mejoró muchísimo con la llegada de Méndez, pero sigue teniendo zonas enflaquecidas que, sí o sí, hay que borrar en el receso que se viene.
Gimnasia fue de mayor a menor. Se puso en ventaja rápido: gran jugada colectiva, Castillo descargó para Abaldo y el uruguayo infló la red. Y después empezó a ceder terreno, más que nada por el ímpetu de un rival al que, con la soga al cuello, no le quedó más que ir a buscar el empate de arrebato. Así, el Lobo se sorprendió con la igualdad de Santiago Rodríguez (apiló a varios, nadie le salió y la clavó abajo a la izquierda de Insfrán) y se fue al descanso sabiendo que estaba para cualquiera.
El segundo tiempo fue palo y palo. Las más claras fueron del Lobo. ¿El destacado? El pibe Castillo, que pivoteó y se movió muy bien por todo el frente de ataque. Méndez ejecutó cambios que llamaron la atención: De Blasis nunca pero nunca tiene que salir. Hasta que llegó el error de Morales y el festejo del equipo local.
Ya abajo en el marcador, Méndez buscó variantes ofensivas, pero era tarde. Solamente quedaba un puñado de minutos y a Gimnasia no le iba a alcanzar para traerse algo de Córdoba.
Una picardía: el empate habría estado bien. Pero el Lobo perdió el invicto y recibió un baño de realidad: el equipo creció, pero hay que ir de a poco.
El miércoles 12 Gimnasia recibirá a Barracas Central y luego habrá parate por la Copa América. Allí, la dirigencia tendrá un papel preponderante: deberá mejorar el plantel y plantearse objetivos superadores. De lo contrario, se quedará en la intrascendencia y mediocridad una vez más.