La primera media hora de Gimnasia en Córdoba fue la peor, por lejos, del ciclo Flores. El DT del Lobo apostó por un equipo sin conductor que entró a la cancha dormido y le cedió la pelota y el terreno a Talleres.
No se puede jugar peor: fallas en todas las líneas, nulo juego asociado, carencia absoluta de jerarquía. Jugaron como sin ganas.
Hay mala praxis dirigencial en el área fútbol, es tema recurrente hace tres años. Falta conducción y liderazgo dentro y fuera de la cancha. Gimnasia lo paga con derrotas frecuentes, mediocridad permanente y promedio raquítico.
Del partido en sí, qué decir. A los primeros 30 minutos el Lobo los tiró al tacho. Después reaccionó gracias al trabajo de algunos que se salvan de este desastre, caso Castillo, Di Biasi, Pintado, algún que otro más y pará de contar. Y a eso se sumó que Talleres se echó para atrás tras ponerse en ventaja. Eso explica, también, el avance de Gimnasia en el campo.
Lo cierto es que el Lobo contó con chances y fue mejorando, pero con muy mala puntería de cara al arco de la T. Y mala fortuna, encima eso. Porque Castillo estrelló un cabezazo en el palo, y porque minutos después, en el mejor momento albiazul, llegó el penal polémico para los cordobeses. Allí atajó Insfrán, pero en el rebote el local amplió la ventaja. Partido liquidado.
Hace cinco que Gimnasia no gana y el domingo llega Estudiantes al Bosque. El Lobo debe ganar o ganar para para darle una alegría a su gente. Ganar o ganar. Como sea. Después vemos.
Agustín Colianni